Ya hemos escuchado los efectos devastadores de la Saloufest para el turismo de calidad en la zona. Una semana de fiesta non-stop donde miles de jóvenes europeos se dan cita para beber, beber y beber. Pues bien, ahora, se activa la alarma en la costa del Maresme, en Calella, donde un hotelero a encendido lo mecha del turismo de borrachera.
Este municipio ya había erradicado este tipo de turismo en 2010, después de decir adiós a su festival Calellafest, el cual atraía un turismo de desfase y descontrol que el ayuntamiento no consideraba apropiado para el pueblo. Tras trabajar mucho en el posicionamiento de la zona, se consiguió convencer a los hoteles de la costa del Maresme que el turismo que necesitaban era otro: un destino turístico que atrajera a un público más familiar y apasionado del deporte. Y así es como ha vivido la zona desde entonces, proclamando a los cuatro vientos un turismo de descanso y aventura.
Así pues, cuando un hotelero de la zona hospedó a casi 1.000 jóvenes franceses en su hotel, se vio renacer aquel turismo que se creía erradicado. Bajo el nombre de ‘Spring Break’, cientos de jóvenes llegaron a la localidad costera del Maresme para disfrutar de la playa y de la fiesta que se les tenía preparada para 4 días: música en la piscina, gogós, fiestas de la espuma, entrada libre a las discotecas… Y todo eso, por solo 270€.
El teniente de alcalde de Seguridad de Calella cuenta que no se cercioraron de tal avalancha de ‘turistas potencialmente etílicos’ pese a que existen alertas para avisar de este tipo de reservas. Los vecinos de la localidad no están tampoco de acuerdo con este tipo de turismo, dicen que no se da la imagen que verdaderamente representa el pueblo. Pero mientras desde Calella no agrada la idea de este tipo de festivales que motivan las borracheras, los turistas están encantados de vivir cuatro días de desenfreno. Aquí el ejemplo de como un asistente al ‘Spring Break’ disfruta de la experiencia:
Estos jóvenes representan una perqueña parte del total de turistas que visitan Calella pero aun así, hay que evitar que se consoliden y sigan dañando la imagen de la localidad.