Según la ONU, la electricidad está considerada como un derecho humano básico al que todos los seres humanos deberían tener acceso sin restricciones. Imaginémonos lo complicada que resultaría la vida sin electricidad, sobretodo en aquellas ciudades que necesitan permanentemente electricidad para funcionar.
El problema que esta gran dependencia de la electricidad representa para la población humana es el alto coste de producción que representa. La tecnología tradicional incandescente, es un sistema muy poco eficiente, ya que, no ha sufrido ninguna mejora desde su creación a finales del siglo XIX. Por suerte, a mediados de la década de los 60, se desarrollo una nueva tecnología que supuso un gran avance en cuanto a lo que a eficiencia se refiere.
La tecnología LED
La antiguos focos o bombillas incandescentes, tan solo convierte un 10% de la energía que utiliza en luz, el resto, se pierde en forma de calor. Esto no ocurre con los focos, bombillas o paneles LED, con ella, podemos aprovechar hasta el 80% de la energía utilizada.
Todo esto tiene, evidentemente, una repercusión tanto en el aspecto del desarrollo social como también del desarrollo económico. Este ahorro en costes de producción podría suponer una oportunidad para acercar la electricidad a aquellos países que por desgracia no tienen acceso a corriente eléctrica y por tanto, influenciar de forma positiva en el desarrollo económico de estas comunidades, ya que, según la Agencia Internacional De La Energía, más de 1.300 millones de personas en el mundo viven bajo condiciones de pobreza energética.